Por: Rosario Paredes Eyzaguirre
Tal como sucede en la mayoría de la Instituciones del Estado la cabeza y sus colaboradores más cercanos tienen todo el deseo de contribuir con la sociedad, no solo cumpliendo con las metas o los objetivos trazados sino contribuir con las mejoras que permitan administrar justicia real en cada institución que les toca dirigir.
Pero parece que aquel dicho que por el lado más pequeño es por donde se rompe el saco, se cumple y los males de las instituciones no son precisamente responsabilidad de las cabezas sino del personal que trabaja durante años y entre compañeros de trabajo que en muchos de los casos se heredan de familia en familia, se administra mala justicia.
Y es que en nuestro país carente de todo sentido de principios y de ética pareciera un cáncer presente en todas las instituciones.
Por ello sería muy conveniente, evitar estas herencias de puestos, que no exista en los organismos que administran justicia parientes en primer grado de consanguinidad.
La concientización de cuanta personal que ingrese a estas instituciones lo haga con responsabilidad de que antes de dejarse influir por un prestigioso estudio de abogados esta su compromiso con la justicia, o muy por el contrario por la recomendación de un amigo de trabajo, o de un familiar.
Estos puestos no pueden ser vistos de ninguna manera como medios de servicio a ningún condicionante que no sea el de administrar justicia.
La sed de justicia en nuestro país es parte del desquiciamiento de una población que empieza a optar por el delito porque el lema de “no existe justicia” es el principal causante.
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